Bienvenido a su visita guiada al Museo Ajelhaim. Mi nombre es Sthaphy y
seré su guía hoy. Nos encontramos en la sección de recepción, ubicada en la
parte central del nervio óptico. Si se dan vuelta, pueden apreciar los mosaicos
de la entrada. Ambos son obras del destacado artista Irkomisk. Estas
mega-composiciones se llaman los Iris de Lucián, y tienen un tamaño de un
centímetro de diámetro, siendo una de las obras más grandes en exposición.
Ambos mosaicos están hechos de mierda y miel, lo cual les da ese tono ámbar a
mediodía. Si se fijan bien, pequeñas vetas de cobre recorren ambas obras de
forma aparentemente aleatoria. No estamos seguros de lo que significan, pues el
autor murió sin establecer su significado, pero siempre mantuvo que no eran
azarosas. La teoría que más cercana es que son los lechos secos de los ríos que
solían recorren Titán, el satélite más grande del planeta Saturno. El artista
expresa en estos mosaicos, donde predominan los tonos sienas tostados. Esto se
debe a la gran influencia que ejercieron en el artista los pueblos indígenas
del desierto de Atacama, especialmente los Copiapinos y Calderinos. Irkomisk
vivió con ellos buena parte su vida, fascinado por las costumbres destructivas
y materialistas de estos pueblos. Vivían de manera sencilla, insertados
en medio del desierto más árido del mundo, se mantenían a base de la recolección de
Fallabellas, fruto sagrado de ambos pueblos, y la pesca indiscriminada de Doggis, una
fuente rápida de grasa y proteínas. A Irkomisk le concedieron el título
honorario de Padre Blanco, que lo identificaba como un gran guía espiritual extranjero.
El artista muchas veces dijo que consideraba esta su mayor obra, pues a pesar
de haber trabajado exclusivamente con colores del desierto, los mosaicos, al
ser expuestos a la luz, no la reflejan, lo cual los vuelve en una paradoja
artística. Esto da a muchos espectadores la sensación de estar entrando en un
lugar más helado que el ambiente. Irkomisk comenzó a trabajar en esta obra en
agosto de 1986, siendo abierta la exhibición para el público en octubre del año
siguiente.
Ahora, si me siguen por el nervio óptico, podremos avanzar a la primera
galería. Cabe destacar que este corredor era una de nuestras principales
atracciones. Aquí se podían apreciar todo lo que ocurría afuera del Ajelhaim,
siendo las imágenes proyectadas en las paredes. Muchos turistas pasaban horas
ensimismados por la superposición de imágenes que ocurría y trataban de dar
significado al constante atropello visual que aquí ocurría. En palabras del
semiólogo pancrés, Vatër “Podría pasar una vida buscando ese color pasajero que
nunca supimos apreciar a la luz de la razón. Si es trabajo de los hemisferios
cerebrales dar sentido, el del ojo es dar belleza”. Lamento informarles que en
estos momentos este pabellón se encuentra fuera de circulación, por motivos del
inminente proceso de descomposición que se aproxima.
(Es mi deber informarle al lector que ahora lo obligaré a abandonar la
seguridad de esta guía para recordar un asunto vital, estamos recorriendo el
cuerpo de quien fuese una persona y ahora es sólo carne muerta esperando la descomposición.
Este punto es vital que se entienda, pues ni los dioses ni el hombre tienen
utilidad alguna para un cuerpo humano muerto. La utilidad de un muerto es
inexistente. Un muerto es inútil. Por eso, los muertos siempre cargan con las
ideologías políticas de los vivos.)
Estamos entrando ahora en el Cerebro. Esta es nuestra primera y más
importante galería. Nosotros en el Ajelhaim siempre nos hemos sentido muy orgullosos de la selección. Todas nuestras obras son partes de colecciones
privadas, siendo nuestro patrocinador más importante Baldor y Sopena, una de
las firmas de abogados algebraicos más importante del mundo exterior. Esta
galería se subdivide en cinco grandes galerías. Vamos a partir en el Hemisferio
derecho-lóbulo frontal para terminar en el hemisferio izquierdo-lóbulo
occipital.
Esta primera galería está dedicada al trabajo de los ilusionistas, que
fueron una corriente artística que tuvo lugar desde mayo de 1987 hasta
diciembre del 94. Esta primera escultura es una de las más notables. Es un
trabajo en dendritas del artista Lácteo. Se llama Destape del primer pezón.
Esta obra refleja la ira y abandono del artista y el poco consuelo que
encuentra en el tacto tibio de un pecho ajeno. Muchos arquitectos junguianos
han usado las adustas líneas rectas y ausencia de circunferencias para la
construcción de posteriores obras oníricas. Entre las más famosas destaca la
Pesadilla del Domingo, que se encuentra en exposición en el Hipotálamo. Si
continuamos podemos ver que la rigidez de la obra de Lácteo influenció a todos
sus discípulos. En este óleo sobre axones, Compost, uno de los más grandes
seguidores de Lácteo, logra doblar la rigidez y da paso a una serie de nuevas
figuras geométricas. Resbalín sobre el parque, la primera obra ilusionista en
incorporar ondas y colores. Aquí podemos aprecias como el pálido verde del
pasto contrasta con el naranjo de los juegos infantiles, provocando una
sensación de miedo y mareo. Les recuerdo que no está permitido tomar fotografías
con flash, pues alguna neurona puede interpretarlo como impulso y llevarla a
alguna terminal, lo cual es dañino para nuestras obras.
Continuamos entonces. Ahora nos encontramos en el hemisferio
derecho-lóbulo temporal…
(Al lector: Debo explicarle algunas cosas. Primero, no hecho el
recorrido que estoy redactando. Muy por el contrario, ni me siquiera he estado
en la misma ciudad en la que se encuentra el ahora cerrado Ajelhaim. Todo lo
que sé es el relato de un relato de quien fuera en su oportunidad, un virus
llamado Sidarte. Segundo, no pretendo tampoco relatar todo el recorrido, pues
es muy largo. La verdad es que me han dicho que se necesita varios días para
verlo todo. Y por último, creo que es más importante que el lector asuma que
algo de esto es mentira, pues de otra forma no entendería nada, ni él ni yo.
Por obligación debe ser mentira algo para que sea sólo una sensación más, de
esa forma podrá el cerebro del lector interpretarlo y hacer con ello lo que
quiera en vez de aceptar lo que sea que mis teclas regurgiten”.)
Este es el hipotálamo, la única galería de todo el cerebro dedicada a un
solo artista. La prolijidad de Tachacún lo hace merecedor de este honor. Aquí
podemos apreciar las obras completas del creador del anti-espacio artístico. Si
observan al medio de la sala podrán ver que se encuentra completamente a
oscuras. En el centro de esta oscuridad nos han dicho que se encuentra un solo
impulso, tallado en ganas, cubierto por una manta de terciopelo cristiano, que
sería la obra más sublime del artista, pero que nadie ha podido apreciar, pues
no debe, por orden expresa del creado, exponerse a fuente alguna de luz. Esta
obra sin nombre, a la que afectuosamente le hemos puesto Tumor, se supone
constituye el pináculo de la deconstrucción del arte. A su izquierda pueden
apreciar una instalación de luces y cartulinas llamada Motosierra. Tachacún
intenta, por medio de esta obra, expresar paz de la destrucción por medio de
los fragmentos de cartulinas que cuelgan del techo. Contrario a lo que dicta el
sentido, no es la cartulina en si lo que constituye la obra, si no las sombras
que proyectan. Cada sombra es alterada por el paso de cada turista, lo cual
hace que la obra cobre un carácter aleatorio y dadá, pero bajo los estrictos
límites del marco de luz que tienen y las cuerdas que las sostienen. Es por eso
que la obra existe mientras exista el movimiento de otros bajo ella. Tachatún,
en su siguiente obra, nos invita a reflexionar sobre el aire y su importancia
con el móvil Tambos. Esta obra simboliza como cada acción es un acto de egoísmo
involuntario, pues roba aire de otros para la subsistencia del individuo. Cada
uno es más importante que el grupo, por lo que el rol social pierde sentido y
se convierte en un obstáculo para la superación personal. Tachatún creía en una
vida carente de normas pero inserta en lo que él llamaba las “variables
restrictivas”, que eran todos aquellos comportamientos o acciones de terceros
que afectaban y moldeaban los suyos propios. Tachatún es reconocido hasta el
día de hoy como el primer artista en trabajar con los no-espacios, primero en
sus instalaciones lumínicas-olfativas, y luego con los móviles de sombras. La
intangibilidad del arte tachuteano se debe a que él se negaba en todo minuto a
obedecer definiciones materiales, pues creía, influido por la obra de Platón,
que las ideas eran irreplicables en el mundo material.
(Al lector: En parte por el hastío que me produce explicar el arte de
otros artistas es que he decidido obligarlo a entrar a una nueva sección del
museo bajo la percepción de un nuevo narrador. Ha de entender el lector que en
un cuerpo muerto no existe ni la luz ni dios, sólo el capricho.)
Condria pasea por la galería sin entender
mucho. Su célula madre le había explicado alguna vez, varios ciclos atrás, que
la galería Fálica era una de las más importantes muestras de retratos de todo
el organismo. En ella se podían encontrar las obras de los grandes
polucionistas, como Araxmi, maestra del retrato seminal. Su obra, le recuerda
la guía, se caracteriza por el trabajo no acabado de los contornos de las
figuras, dejadas expresamente abiertas por el poco conocimiento del autor
frente al sujeto. Nada de esto le hace sentido a Condria. Ella simplemente
vaga, mirando caras no determinantes, ojos vacíos, pómulos vagos o mentones sin
final, y nada significa nada para ella. El impulso sexual le parece tan ajeno
como un impulso nervioso. Recuerda las clases de semiología y los tratados de
Tyrab sobre la libido. "Los sujetos mayores, aquellos que nos contienen y
en los cuales vivimos la mayoría de nuestros ciclos, son sujetos a muchas
fuerzas, tanto internas como externas. Entre las fuerzas más misteriosas se
encuentra la libido, que es ocasionada por las fuerzas paramilitares de las
Hormonas Secundarias. Las HS actúan de forma extraña, y, para el observador no
entrenado, aleatoriamente. Debemos recordar que en el gran esquema de las
cosas, nada de los que ocurre en el cosmos corpus ocurre sin un motivo y un
objetivo. La aleatoriedad es simplemente la insuficiencia del observador
respecto a los datos totales de la acción". Condria evalúa las palabras
del gran pensador y las haya insuficientes. Una simple célula epidérmica, como ella,
no debería preocuparse de la observación de los macro fenómenos del corpus y
menos de algo tan poco conocido e investigado como son las pulsiones sexuales,
especialmente ahora que la descomposición ha empezado hace ya 39 ciclos. Sigue
avanzando por la galería, mirando los retratos. Algunos son simples rayas sobre
el lienzo mientras otros muestran un gran acabado sobre la figura celestial de
los corpus. Condria entiende que cada miles de ciclos, los corpus entran en
interacción entre ellos, aunque nada le fue explicado del proceso. Sabe que
existen los Gametos, pero poco sabe de ese selecto grupo de células. Dicen que
nunca nadie tiene contacto con alguno de ellos, que viven en aislacionismo en
los bunkes testiculares. Más allá de eso, lo que sabe son rumores. Se para
frente al Oleo de mujer anaorgásmica, uno de los cuadros más conocidos de
Araxmi. Sobre un fondo azul profundo se distingue un corpus femenino cubierto
en efluvios físicos. Le llama la atención el delicado cruce de las rodillas,
dobladas en un ángulo cerrado casi indistinguible. Los puños sobre la cabeza,
ambos cerrados y limpios. La única parte
de la mujer que no está cubierta en sudor o semen. Condria levanta la mirada y
la traba con los ojos de la pintura. Son unos ojos fríos, calculadores,
carentes de placer. Invitan al espectador de manera desafiante a tocar la
pintura, a sabiendas de que es un acto prohibido. La transgresión parece ser lo
único importante. La mujer acostada, en una pose relajada. Donde debiese estar
su vagina una gran nada, donde el azul del fondo se funde suavemente con el
blanco de la piel. Nada. Condria tiene por un instante una idea sobre el sexo y
al mismo tiempo entiende, su ciclo mitoclástico ha comenzado. El reloj interno
ha llegado a cero.
(¿Qué puede saber una célula del gran orden del cuerpo? Pero, en cada
una de ellas existe la capacidad innegable de reproducir infinitos otros
cuerpos. Cada célula dotada de ADN. En ellas la llave para todo lo que somos y
seremos, pero, en ellas mismas, no hay entendimiento alguno de ese gran
secreto. ¿Qué puede saber el hombre de Dios? Lo mismo que una célula de un
cuerpo.)
Mirto procesa su ración de riñón en bilis con pocas ganas. Los
Seminalistas lo han dejado pasmado. Tanta belleza al desnudo. Recuerda su
cuadros sin formas. Esas pinceladas rabiosas sobre los fondos siempre oscuros.
Recuerda las pinceladas casi aleatorias, pero sin serlo. Todo movimiento
calculado. La guía le dijo que los grandes maestros pintaban de manera
ascendente en cuanto a su ritmo. Partían lentamente, con estimulaciones
visuales suaves, avanzando gradualmente para simular los miles de impulsos que
llegaban constantemente al pene. Un bombardeo sensorial. El resultado era
sencillo pero imposible de explicar. Un estallido sería la mejor aproximación,
pero no era suficiente. Recuerda lo pequeño que se sintió al ver el primer
cuadro de Japa, de su serie Exploraciones. Habían pasado más de 14 mil
megaciclos y el cuadro seguía cargando esa potencia primitiva. Existía algo
primitivo y esencial en la obra de Japa, pero que Mirto no podía entender.
Sentado solo, en la antigua cavidad estomacal, tratando de procesar un mal
corte de riñón en bilis. Solo, se sentía solo. Dos ciclos de infante, tres más
en el condicionamiento, 5 trabajando como monitor de pulpa dental y ahora la
descomposición le quitaba todo. Se había quedado sin empleo y todas las grandes
empresas deconstructoras estaban enviando los trabajos a agentes foráneos al
corpus. "Estoy siendo reemplazado por bacterias ilegales" pensaba
amargamente. Y un trabajo que él podría y estaba muy capacitado para hacerlo. Pero
no. Alguien en el Alto Mando se los había cagado a todos y ahora no quedaba
nadie. Y todo por errores que no tenían nada que ver con él ni su división. El
reporte oficial es que agentes vasodilatadores rebeldes habían asaltado las
venas de ambas muñecas y con la ayuda de nervios simpatizantes con la causa Deconstructivista
habían abierto las venas y vaciado el contenido del corpus. Miles de glóbulos
desaparecieron ese día. Mirto estaba seguro que alguien en el Alto Mando tenía
la culpa. Pero ya no habían respuestas oficiales. Los impulsos eléctricos
habían cesado y sólo quedaban las alarmas de degradación, que iban avisando los
ciclos en los que el corpus se iba hundiendo. Una vida entera trabajando y así
terminaba todo para Mirto, tratando de procesar un muy mal corte de riñón en
bilis. Miró por última vez el contenido de su plato y en un sólo movimiento
cortó con el cuchillo su cadena de ácidos desoxirribonucleicos. Sonrío al
pensar que había sido un corte rabioso y calculado, como los brochazos de Japa.
(El lector puede en estos minutos estirar los dedos de sus manos o
contraer los músculos de sus piernas, pero no puede dejar de depender de su
cuerpo. ¿Somos dueños o prisioneros?)
Como última parada en este tour, hemos llegado al monumento Cardial.
Este es el recuerdo del lugar que ocupaba el corazón dentro de este corpus.
Como pueden apreciar, se ha conservado la silueta del órgano, que ya no existe
en el cuerpo. (Por razones obvias, una vez que un ser humano pasa a ser un cadáver
el corazón arde o se congela dentro de la cavidad torácica, dependiendo del
nivel de pasión que el ser humano haya llevado durante la vida. Como el lector
puede apreciar, en este particular caso se ha quemado.) Pueden ver como caen
desde el techo de la caja la sangre que antiguamente llegaba a este centro
repartidor. Como última obra antes del proceso de incineración, el artista
conceptual Mio, dejó un grabado en plata con el nombre de la persona que este
corpus realmente amó.
Condria seguía buscando un motivo para iniciar el proceso de
subdivisión, pero ya parecía absurdo. El ciclo de descomposición ya estaba
demasiado avanzado. Caminaba sin pensar por el borde del monumento Cardial,
dejando que las gotas de sangre cayeran sobre el borde de su pared. Qué sentido
tenía seguir avanzando en un ciclo cuando el corpus alrededor de ella se
desmoronaba. Amor, Condria siempre había pensado en el amor. Un término tan
sencillo y que tanto eufemistas habían desarrollado en una infinidad de poemas.
Amor, Condria nunca tendría amor, pues su ciclo había comenzado en el 17° ciclo
de descomposición. Condria suspiró y miró al centro del monumento, al nombre
grabado en plata, que brillaba entre las gotas de sangre. Condría lloró y se preguntó quién era Lucas.
Creo que Mirto, Condria y los demás necesitaron más párrafos para expresar sus ideas; creo que este museo de la descomposición necesitó unos ciclos antes de iniciar la descomposición para darse a conocer. Si hay o no ribetes autobigráficos en este corpus -la mención del nombre sobra a estas alturas- ciertamente también hay fugas de células que nunca ocurrirán; a fin de cuentas, aunque muchas de las neuronas del Alto Mando quieran iniciar la descomposición, hay un grupo más cerca del núcleo que quiere seguir mostrando la verdadera existencia mediante textos como este, adornados de complicado oropel y vocabulario.
ResponderEliminarHablando desde mi ciencia, suena interesante la biología que has inventado; sigo insistendo en que esta idea da para algo más que mil o dos mil palabras de un blog. Aunque habría que suavizar un poco la densidad de terminología si quieres que sea leído por más gente que la que te estima; un tratado tiene genialidad directamente proporcional con su facilidad para entregar su conocimiento.
Me gustó.