martes, 21 de octubre de 2014

Amores de tres hielos

 -Yo nunca nunca- dice Julián, observando al resto de la mesa. “Típicos maricones pop” piensa. Imposta una sonrisa y fuma. –Yo nunca nunca me he tirado a Rodrigo – De los seis vasos, sólo uno se levanta. Rodrigo está rojo y mira fijamente a Julián, mientras su pololo toma con una sonrisa bobalicona. Julián fija la mirada en el enemigo y en un movimiento irreflexivo levanta el vaso y toma dos largos tragos. Las risas y conversaciones cesan. Francisco, el pololo de Rodrigo, le aprieta fuerte la mano. – No se han perdido de gran cosa – dice Julián sonriendo – Aparte, Panchito, esto fue a principios de febrero. Espera ¿cuándo me dijiste que se pusieron a pololear?-
El celular interrumpe la música en el auto. – Juli ¿qué pasa? –
- Bianca, necesito que me pases a buscar –
- Pensé que estabas en esa previa cola-
- Me echaron-
-¿Qué hiciste?-
-Me tiré al dueño de casa-
-Puto-
-Fue en verano-
-Y asumo que el pololo estaba…-
-¿Me pasas a buscar o no?-
- Espérame afuera de Chucre-
-Apúrate-
Un ratón pasó corriendo entre sus pies mientras caminaba por el parque. Por un segundo, pensó en perseguirlo. En guiarlo hasta la calle y verlo tratar de de evitar los autos para llegar a la orilla del río. Soltó una carcajada que resonó hueca entre los árboles.
- Vamos a la casa del Fran –
-Odio a ese tipo-
-Te aguantas. Tú eres el que anda mendigando carretes, no yo-
Julián miró a su amiga y volvió a fijar la vista en las luces de la ciudad, que se fugaban a su paso. Odiaba no poder fumar en ese auto. “Regla de mierda”.
-¿Qué estás tomando?-
-Agua del diablo-
-¿Qué es eso?- Julián odió el tono de fingida candidez.
-Absolut Apeach, absenta y Monster-
-Qué fuerte-
-¿Quieres uno?- Julián se comenzaba a exasperar.
-Es que a lo mejor es muy fuerte-
-Como el amor de madre ¿Sí o no?-
- Bueno. Me llamo Daniela, pero todos me dicen Nina-
- Toma. Yo me aburro. Nos vemos-
-Espera, no me dijiste tu nombre-
Julián se dio vuelta con su sonrisa más maquinal. –Estoy seguro que una belleza como tú no va a tardar en descubrirlo-
Bianca estaba sentada en las rodillas de un tipo que llevaba una camisa una talla más grande de la que debería. “Probablemente para que no se le note la guata”, pensó Julián.
-¡Juli!-
-Me aburro-
-Pero si hay varias colas-
-No estoy con ganas de andar arrastrando fuera del closet a nadie-
-¿Y tu pololo?-
-Está en su casa, como el niño bueno que es-
-Recuérdame por qué sigues con él-
-Es octubre y tiene una casa en Puerto Varas que da al lago-
-Que no digan que el amor está muerto-
-¿Compraste?-
-Tengo siete-
-Dame tres-
-Ten cuidado-
-No son todos para mí-
-¿Para quién entonces?-
- No lo sé. Si estoy confinado a esta casa elitista en la frontera con la nada al menos quiero poder matar el tiempo con gracia-
-Aquí hay cuatro-
-Te amo mi querida prostituamiga-
-Cállate, idiota. Y ándate, mira que al weón se le va a bajar- Se alejó sonriendo y volvió a sentarse sobre el tipo de camisa ancha, mientras que en su espalda, sus manos hacían los gestos de un dos y un tres. Julián no pudo evitar reír.
Deambulaba por la casa como una sombra. Nina y sus amigas lo miraban con expresiones curiosas. “Deben de haberse enterado de nuestra afición en común”. Buscó una salida al patio y se sentó al borde de la piscina. Desde el otro lado, un tipo lo mira de reojo. Julián levanta el vaso a manera de saludo silencioso. La música llega como un rumor constante.
-¿Viniste por voluntad propia o alguna amiga te arrastró?- preguntó Julián, tratando de conseguir su atención.
-Soy el primo de Fran. Nina fue la que me sacó de la pieza. Vivo en la otra cuadra-
-¿Nina es tu amiga?-
-Hermana menor-
Estaba recostado en la tumbona, con el pie izquierdo firmemente plantado en el suelo. A su lado, un vaso vacío boca abajo.
-¿No tomas?-
-No quiero pararme-
-Te puedo hacer algo. Igual tengo que volver a buscarme uno-
-¿Vodka?-
-Algo así. Agua del diablo-
-Trae todo y lo hacemos acá-
-¿Y crees que voy a hacerte caso?-
- No, pero lo harás igual. Sabes que es una buena idea-
Julián volvió a la casa no muy seguro de porqué había seguido esa instrucción. Tenía razón, era una buena idea. Buscó a Bianca y la encontró bailando sobre la mesa de centro. Su vestido blanco daba vueltas como humo alrededor de su cuerpo y su pelo negro caía alternado sobre sus hombros desnudos, siguiendo el oscilar de sus caderas. Tenía la atención de todos los hombres de la fiesta, mientras, el grupo de mujeres la miraba fijamente.
She's in it just to win it
Don't trust her for a minute
It's a like cheap thriller
She's such a ladykiller
Tenía que reconocer la maestría de su amiga. No era fácil concentrar todo el deseo y el odio de una veintena de personas y moverse con gracia en ese mar de sensaciones. Había cierta elegancia en la manera en que lograba despertar y sublimar impulsos y emociones. Julián tomo las dos botellas, tres latas de energética y volvió sobre sus pasos.
-¿Dónde vas?- Nina de nuevo.
-Afuera, a la piscina- respondió, mientras pasaba a su lado.
-¿Solo?-
-No, está tu hermano- dijo sin mirarla, y no pudo evitar sonreír.
-¿Cómo te llamas?- preguntó Julián.
-Da lo mismo eso ¿De qué te sirve saberlo?-
-A mi me dicen Juli-
-Qué argentino-
-Me gusta porque desafía los géneros. Haga lo que haga, cuando cuenten la historia, el oyente nunca va a estar seguro si el protagonista era hombre o mujer-
-Que buena idea- dijo, sonriendo.
-Entonces ¿Cómo puedo llamarte?-
-Pi-
-¿Pi?-
-Sí, como el número-
-Y eso ¿por qué?-
-Quiero pensar que soy imposible de recordar y olvidar al mismo tiempo-
-Me gusta-
Julián preparó los tragos en silencio, aunque tuvo que volver a la casa a buscar hielo. “Descuidado y tonto” se dijo. Pi seguía en la tumbona, con la capucha de su polerón rosado arrugada sobre el hombro izquierdo. “No es rico. A lo más es bonito, pero es atrayente, le concedo eso”. Con la mirada buscó a Nina. “Puede que la cabra chica tenga una utilidad después de todo”. La tomó por la cintura y le susurró al oído.
Pi lo vio aparecer al cabo de un rato. “Dos cigarros se demoró”. Hizo una nota mental de los pitillos y las zapatillas anchas que llevaba, así como del cortaviento multicolor. Prendió un cigarro al tiempo en que Julián se sentaba en la tumbona a su derecha.
-Buen trago-
-Agua del diablo-
-Merecedor del nombre-
-No es bueno dejar las palabras al azar-
Se quedaron en silencio mirando el cielo. Sentían la música, las voces y las risas llegar de lejos, apagadas por el constante murmullo de la bomba de la piscina.
-Puedo poner música si quieres- dijo Pi.
-Dale-
-¿Qué te gustaría escuchar?-
-Lo que sea-
-Vamos, dime una banda-
-Marina and the Diamonds-
-Gay-
-Preferimos el término “vagina impedidos”-
A pesar de las burlas, la voz de Marina surgió de los parlantes.
-Dice algo de ti que la tuvieras en tu Ipod, no crees-
-Tal vez dice que muchos vagina impedidos me piden que la ponga. O que me gustan las canciones suicidas con ritmo electro hipster ¿Qué tiene este trago?-
-Agua del diablo, no trago. Y lleva absenta, vodka de durazno y energética- respondió Julián –Ahora, dime algo de ti, Pi Bravo-
-¿Cómo sabes mi apellido?-
-Tu hermana quiere que me la tire-
-Tan puta la pendeja-
-Entonces…-
-Me gustan las motos-
-Aburrido-
-Para mí no-
Julián entornó los ojos y sacó dos pequeños paquetitos de papel de su bolsillo. -¿Quieres?
-¿Qué es?-
-Molly-
-…-
-MDMA. Te va a gustar-
-Nunca lo he probado-
-No te preocupes- dice con una sonrisa. Pi se da cuenta que cuando lo hace, se muerde ligeramente el labio inferior. –Molly es siempre tierna con los vírgenes-
Le pasó el paquetito, que se dio cuenta que era un pequeño envoltorio de papel confort, apenas más grande que una moneda.
-Puedes tragártelo o echarlo en el trago. Yo prefiero lo segundo. Es muy amargo-
Se sentaron frente a frente y esparcieron el contenido dentro de los vasos y revolvieron con los dedos. –Al seco- dice Julián, levantando el vaso. Al terminar, sirve otros dos tragos. –Te va a pillar en un rato-  le dice, mirándolo fijo a los ojos. Pi le sostiene la mirada, y eso hace que se sienta extraño, empequeñecido de alguna forma, pero lo vuelve incómodo. Volvieron a acostarse mirando el cielo. –Ahora, dime algo de ti- Insistió Julián.
-No quiero entrar. No podría estar entre toda esa gente-
-¿Por qué?-
-Porque dos semanas atrás terminé con mi polola. Todas sus amigas, y hasta tal vez ella, están adentro, y no quiero lidiar con ellas-
-Asumo que te patearon-
-Sí-
-¿Por?-
-Me pilló tirándome a su mejor amigo-
-Qué raro un bi tan lejos de Ñuñoa-
-Es por temporadas. No veo el motivo por el cual sólo una parte de la población esté a mi disposición ¿Y tú?-
-Ya te dije que no me gustan los mariscos-
Pi se rió fuerte. –Me refería si estás soltero-
-No- respondió sin pensar, y se preguntó que había motivado ese arranque de honestidad. – Pero no creo que dure mucho más-
-¿Por?-
-Me gusta más su casa en Puerto Varas que él- Sacó su celular del bolsillo y se lo tiró. – Toma. Llámalo y dile que terminamos.-
-¿Seguro?-
-Sí. Será una genial historia. El código es 2045-
Pi miró el celular en sus manos y dudó un instante. Lo desbloqueó y buscó el último número marcado, como le había dicho Julián. Apretó para marcar y se llevó el celular a la oreja.
Julián observaba atento los movimientos de Pi. Tenía una forma extraña de sostener y manipular el teléfono, como si sus dedos no estuvieran seguros de su fuerza y temiesen romper el aparato. Sólo podía escuchar la parte de Pi de la conversación, pero se entretenía tratando de predecir las respuestas que iba a dar Daniel. Lindo, pobre y tonto Daniel, siempre tan inocente. “Tengo que dejar de agarrarme a minos weones” pensó Julián.
-¿Aló? ¿Hablo con  Daniel?-
-Disculpe que lo molestemos a esta hora, pero estamos llamando desde la Clínica Alemana. Este era el último número marcado-
-No, cálmese, no ha pasado nada grave. Lo trajeron inconsciente. Una sobredosis. Le hicimos un lavado de estómago y…-
No pudo terminar y se largó a reír.
-No, soy alguien más. No tiene nada que ver con la clínica. No, Julián está bien. Está acostado al lado mío ahora. Lo que te tenías guardado, ah. Como sea, me pide que te diga que yo tiro mejor y por eso terminaron. Gracias por tu paciencia.-
Pi colgó el teléfono y lo tiró de vuelta. Julián no paraba de reír, y pensó que verlo así era nuevo. Ya no era una sonrisa simple, esto era de verdad. Pensó que cuando se reía adquiría un aire infantil, como si un niño tomara posesión de sus rasgos. Pi se encontró riendo con él, sólo para que no terminara el momento.
-Bien jugado- logró decir Julián luego de un rato. Lo miró ladeando la cabeza sobre su hombro derecho. –Ahora me vas a decir tu nombre-
-¿Eso es una pregunta o una orden?-
-Un poco de ambas-
-No aún-
-Puedo averiguarlo fácil, sabes. Tu hermana ya me agregó a Facebook-
-Podrías, pero no eso no sería una buena historia-
Se quedaron en silencio, mirando el cielo y tratando de sentir la respiración del otro por sobre la música y las risas y la bulla de la bomba de la piscina. Inconscientemente, trataban de sincronizar sus cuerpos.
-¿Cuánto falta?- Preguntó Pi. La ansiedad se colaba por su voz.
-No te preocupes por eso. Juguemos un juego, mejor. Cada uno debe decir algo y el otro dice si es verdad o mentira. El que se equivoca, toma-
-Dale. Parte tú-
-Soy virgen-
-Toma. Nunca he ido a Buenos Aires-
-Toma-
-No, es verdad- Julián tomó el segundo trago.
-Los vehículos motorizados me dan pánico-
-Toma-
-Es verdad. Ni siquiera tengo licencia- Pi lo miró sorprendido. Julián se había sentado y ahora lo miraba fijamente. Pi lo imitó y quedaron frente a frente.
-Dale, es tu turno- dijo Julián.
Pi no sabía que decir. No tenía nada en la cabeza. Sentía la mirada fija y no podía concentrarse. –Estás esperando que alguien te salve de la vida de Juli-
Julián sintió un pequeño escalofrío recorrerle la columna. –Tomamos los dos- dijo, levantando el vaso. –Puedo recitar los primero 15 números de pi-
-Mentira-
- 3.141592653589793- Julián sonreía arrogante. Asomó rápidamente la punta de la lengua entre los dientes.
En ese instante, Pi fue consciente de todo su cuerpo. Sentía como con cada latido la sangre salía expulsada por su cuerpo, recorriendo los músculos que se flexionaban y relajaban permitiendo la expansión y contracción de la caja torácica. Fue consciente de la luz que le llegaba a Julián, que iluminaba ligeramente más su lado derecho, revelando que su sonrisa estaba ligeramente torcida hacia la izquierda; o que sus ojos eran de un ámbar muy ligero con vetas verdes, y pensó que ese debía ser el color de la fuerza vital. Pi sintió su pulso acelerarse y desechó todas las palabras que se le vinieron a la mente. Ninguna le parecía útil.
-Siente eso. Es Molly- dijo Julián, incorporándose. –Disfruta- le dijo cuando pasaba a su lado. Pi sintió como le rozaba la mejilla con el dorso de la mano y como de ese toque surgían ondas que recorrían todo su cuerpo. Lo siguió con la mirada. Mientras caminaba a la piscina, Julián se iba sacando la ropa. Lo vio llegar al borde sólo en bóxers.
-Molly es una droga acuática. Ven, vuelve al principio. Vuelve al útero. Ven- le dijo, antes de desaparecer bajo el agua.
Desprenderse de la ropa fue como ir perdiendo capas de piel innecesarias “¿Cuál es su uso? Estorban” pensó. Llegó al borde de la piscina y vio a Julián sentado en el fondo. Sus cabellos flotando inertes y una burbuja surgiendo de su boca. Se lanzó a buscarlo. Cada terminación nerviosa se desprendió, alargándose por el agua. Cada átomo recibía los impulsos eléctricos y lo rodeaban, acariciándolo, buscando cada recodo para llenarlo de ondas. Se deshacía en el agua y volvía a ser él. Era  cada célula que vibraba de vida, y así llegó frente a Julián, que seguía inmóvil, con los ojos abiertos. Sintió el desplazamiento de agua que sus músculos producían. Sintió sus manos tomarlo por las axilas y la fuerza de sus piernas, luego el reventar de la superficie, el volver salir al aire.
-Bienvenido al mundo. Ahora respira. Toma aire por primera vez- Julián sonreía y no lo soltaba. Sintió el roce fugaz de sus labios en los suyos y luego la fuerza con la que se desprendió, tirándolo hacia atrás. Cerró los ojos y lo sentía dando vueltas alrededor suyo, moviendo el agua frente a sus brazos y sus piernas, reemplazando el tacto. Sentía los latidos de su corazón, ahogando todos los otros ruidos. Era un golpe constante que entraba por sus costillas y aceleraba su pulso. Sentía las respiraciones ir y venir. Lo sintió tras de él. Julián soplaba tras sus orejas. Trataba de atraparlo pero no podía. En algún momento de la noche, Julián se había convertido en mercurio. En cambio, sentía sus músculos lentos, reaccionando torpes frente a la gracia de su presa. Era un elefante tratando de atrapar a un una serpiente.
-Marco- gritó Julián.
-Polo- respondió
-Marco-
-Polo- volvió a gritar antes de sumergirse. “Vuelve” le había dicho. Había vuelto. Se impulsó y salió frente a él.
-Marco- volvió a decir Julián, perfectamente consciente de tenerlo a centímetros.
-Polo- susurró, y lo besó.
Sintió los músculos tensarse. El hombro en el que había apoyado su mano se contrajo hasta volverse impenetrable. Miles de impulsos nerviosos pasaron de un cuerpo a otro, acercándolos. Se dio cuenta del calor que desprendían y de las ligeras ondas que emanaban de ellos, producto de sus latidos. La sangre fluye cada vez más rápida. Sintió su espalda chocar con el muro, pero no el movimiento que los había llevado hasta allá. Su mano se enredaba en su pelo, sirviendo de puente entre las gotas que saltaban de las puntas, bajando por sus dedos, para volver a la fuente. “Vuelve”. Sentía su voz alojada en la mente. Habían vuelto, al agua, al útero, a ser seres unicelulares a punto de separarse para crear dos iguales. Sintió la suave mordedura en su labio inferior y ese pequeño dolor recorrer todos sus nervios e inundar sus neuronas. Ese pequeño dolor que anunciaba la pequeña muerte del fin del primer beso. Julián pegó su frente a la de él y abrió los ojos. “Ojos de agua. No quiero que el frío me queme, pero moriré si no bebo de ellos”. Pi seguía sin palabras, demasiado consciente de la fuera que ejercían sus brazos para retener su cuerpo, para mantenerlo pegado al suyo. No podía dar la orden de relajarse, de soltarlo.
-¡Pablo!- resonó el grito sobre ellos, volviendo con eso los ruidos de la fiesta. Julián levantó la cabeza para ver a Nina parada en el borde de la piscina, a pocos metros de ellos. “Pensaba que esta ficha ya estaba gastada” pensó. Ella tenía los puños cerrados con tal fuerza que las uñas marcaban pequeñas líneas blancas sobre la piel. Tenía la boca abierta pero sin fuerzas para decir algo más. Lo que fuera a decir se atoró en su garganta y lo único que salió fue una clase de gruñido agudo. Pablo se dio vuelta justo para ver a su hermana correr a la casa. Trató de salir de la piscina pero la mano de Julián lo detuvo. - ¿Qué pretendes hacer? ¿Qué ganas con entrar ahora?- Lo apartó de un empujón y salió en un movimiento.
-Pablo, espera-
-¿Qué?-
-Si te calmas, podemos lidiar con esto juntos-
-No, yo me voy a mi casa-
-No. Vamos a entrar. Vamos a jugar las últimas cartas que nos quedan. Si te vas, no se puede controlar la historia-
-¡Esta no es otra de tus putas historias! Ya no estamos en el mundo de Juli. Mi hermana, que tú mismo dijiste que te tenía ganas, nos acaba de ver agarrando. Y adentro están todas las amigas…-
-Y por eso mismo vas a entrar. Al menos yo lo voy a hacer- Y empezó a caminar a la casa.
-Para ¿No se te olvida algo?-
-De veras- Y volviéndose lo tomó fuerte de la mano.
-No me refiero a esto. Estamos en boxers-
-¡Lindo! Mira, no paso 10 horas a la semana en un gimnasio como para usar ropa en octubre. Y tú no te ves nada mal así-
Y entrelazando sus dedos, lo arrastró a la casa.
Nada más cruzar el umbral fueron interceptados por una veintena de ojos acusadores. Pablo tuvo un retorcijón en estómago, pero Julián no parecía darse cuenta.
-¡Bianca!- Su amiga llegó corriendo, riendo.
-Cambiaste el dress code, darling- era pálida, de pelo negro; lo llevaba largo hasta los hombros y tenía rapado un costado de la cabeza.
-Nadie puede estar hasta las tres de la mañana con la misma ropa- dijo secamente.
-Te adoro- le dijo mientras se sacaba el vestido blanco.
-Pon algo bueno para bailar. Hay que darles un show-
Bianca no pudo evitar reír. “Hace dos minutos estaba consolando a la pendeja esa por este par de maricones, y ahora míralos. Juli, si no fuera tan fleto sería el mino ideal. No, la verdad es que no. Lo cola es lo que lo hace tan entretenido” pensaba mientras elegía una canción. Algo de Britney. Work Bitch vs Toxic. Ella había hecho ese mash hace algunos meses. Encontró a Francisco y lo llevó al centro del living, donde Juli ya estaba bailando sobre la mesa de centro. Le había sacado su chaqueta de cuero, que le llegaba hasta las costillas. “Me cagó la chaqueta el weón” pensó al tiempo que le abría de golpe la camisa al dueño de casa.
Julián se divertía con las miradas nubladas de las amigas de Nina, que se debatían entre la compasión por su amiga o animar su improvisado baile erótico. “Hay que forzar a los jugadores”. Tomó del brazo a una de las niñas y la subió sin esfuerzo dejándola sentada en sus muslos. Eso bastó para desatar el ánimo de las mujeres de la sala.
A Pablo le bastó ver unos minutos de baile para darse cuenta de que era una rutina. Que ambos amigos estaban preparados para atraer la mayor cantidad de miradas posibles. La idea lo hizo sentir un alfiler rojo atravesarle la nuca. Rabia. Seguramente él también había sido parte del show. “Necesito un cigarro” y salió de la casa.
Julián no se percató de su ausencia por casi veinte minutos.
Veinte minutos en los cuales Pablo se fumó cuatro cigarros, tomó dos vasos de vodka y energética y cinco cortos de absenta. Veinte minutos al cabo de los cuales Julián lo encontraría vomitando en un macetero al fondo del jardín.
-Espero que estés contento- le dijo Pablo. Tenía los ojos llorosos y las manos embarradas.
-Soy un hombre relativamente satisfecho, sí-
-Hiciste un show sobre nosotros-
-No, hice un show yo-
-Mañana todos van a estar hablando que me agarré a un fleto…-
-No, mañana todos van a estar hablando de que Bianca está bailando topless, o de que yo agarré a una de las amigas de tu hermana, la levanté con una mano y la dejé caer arriba de mi pico. O que a otra la puse en cuatro en el sillón para puntearla. Aparte ¿qué mierda te importa lo que digan mañana? No son tus amigos, no son tus compañeros de trabajo ni tus jefes. Ni siquiera están a tu nivel. Estamos por sobre esas cosas- le respondió casi gritando.
-¡Entonces lo nuestro fue un show! ¡Fue un acto preparado, practicado y ejecutado a la perfección!-
-No hay un nosotros. Somos aquí y ahora, nada más-
-Me quedó muy claro. Te felicito, ahora tienes tu gran historia-
Pablo volvió a la tumbona, a buscar sus cosas.
Julián estaba seguro que no se había equivocado de palabras, que esas eran las que tenía que haber dicho, y, aun así, se sentía mal. Volvió a entrar a la casa.
-Creo que la cagué- dijo, mientras tomaba pequeños sorbos de una botella de vodka.
-Obvio que sí, Juli- Estaban sentados en el pasto, lejos de la piscina. Desde ahí podían ver a Pablo acostado en la tumbona a medio vestir. “Debe de haber apagado tele” había dicho Bianca.
-Era la forma en que se miraban. Incluso bailando medio en pelota una se da cuenta de esas cosas ¿Por qué crees que cuando entraron de la mano la pendeja odiosa de la Nina no webió más? Las mujeres nos damos cuenta de esas cosas-
-El culiao me hizo perder la casa de Puerto Varas-
-¿Eso es todo lo que tienes que decir?-
-Sí- mintió.
Julián se acercó lentamente hasta donde estaba Pablo. Tomó sus pantalones y sacó su celular. Pablo mantuvo los ojos cerrados y no se movió. Julián caminó hasta el equipo de música. –Supongo que no te molesta que ponga música, total ya estás inconsciente. Tu hermana y sus amigas se fueron, para que sepas. Ella me dijo que estaba todo bien. No sonaba como si estuviera mintiendo. Como sea- Se sentó mirando la espalda de Pablo. –sé que no puedes escucharme y me da lo mismo, pero espero que sepas que con Bianca podemos coordinar muchas cosas. Podemos armar un espectáculo para alarmar y escandalizar a todo Santiago si queremos, pero lo que sentiste, lo que sentimos, eso no lo puedo ensayar. Me gusta esta canción, se llama Shim el Yasmine. Es de Mashrou’ Leila, un grupo de rock palestino. Supongo que no sabes árabe. Mi abuelo me enseño algo cuando chico. Es la canción que le escribió el vocalista a su ex novio. Parte diciendo huele el jazmín y recuerda recordarme y termina diciendo huele el jazmín y recuerda olvidarme. Creo que es apropiada para alguien que se llama Pi. No voy a decir que lo siento, porque lo que hice fue mi muy desviado intento de defensa. Y mierda, sí, hay un nosotros, pero no puedo decir esas cosas. No quiero enfrentar esas cosas. Espero que mañana no tengas mucha caña-
Cuando se iba incorporando a buscar su polera, sintió que lo agarraban de la muñeca. –Eres un imbécil ¿te lo habían dicho?-
-Un par de veces-
-Quédate conmigo-
-¿Y lo que digan mañana?-
-Mañana van a hablar de Pi y Juli. Déjame el amanecer con Julián-
-¿Aquí?-
-En la hamaca-
-¿No te va a dar frío?-
-No paso diez horas en un gimnasio para usar ropa en octubre-
Esa noche pudo cerrar los ojos tranquilo, sintiendo sólo un látido solapado al suyo.

viernes, 25 de abril de 2014

Eros es in verbo

-Te quiero con todo mi corazón.-
-No seas ridículo. El corazón tiene poco que ver con el amor. Más tiene que ver el cerebro y el sistema endocrino.-
-Manera de matar el momento.-
-Pero piensa un poco, me amas porque sabes que me amas. Lo que sientes, pulso acelerado, nerviosismo, excitación, son todas respuestas creadas por el cerebro. Una colección de impulsos nerviosos que recorren tu cuerpo, y sumado al efecto de mis feromonas en ti y una que otra hormona, más la liberación de una ligera dosis de adrenalina, hacen que te sientas enamorado.-
-Bueno, te amo con todo mi cerebro entonces. Con ambos hemisferios y cada lóbulo. Con cada neurona que tengo, te amo.-
-¿También las dendritas?-
-Cada átomo que las compone.-
-El corazón, si lo piensas, es no tiene nada que ver con el amor.-
-Pero se acelera cada vez que te veo. Tu voz lo hace trotar. Tu tacto, correr, y tu ausencia lo deja herido y sin ganas de palpitar. Lo deja sin ritmo.-
-Eso suena grave.-
-Es grave porque te amo.-
-Es grave porque suena a que tienes arritmia.-
-Idiota.-
-Tu corazón sólo se encarga de bombear sangre de a tus otros órganos. Y esa es la culpable de que te sonrojes cada vez que te digo lo lindo que te ves con el pelo desordenado al despertar. También es la culpable de que si bajo un poco mi mano, por acá…-
-Deja eso.-
-¿Ves a lo que me refiero?-
-Si no puedo decirte que te amo ¿Qué hago?-
-Puedes decirlo, pero son palabras. Demuestra que me amas.-
-No sé cómo hacer eso.-
-¿No sabes?-
-No.-
-Qué pena.-
-Tú tampoco sabes.-
-Obvio que sí. Mira ¿ves esta cicatriz? Ese fue el primer intento. Un tanto cliché, pero bueno, tenía 15 y escuchaba demasiado a My Chemical Romance. Algo de culpa tiene Poe en todo esto, pero bueno, no funcionó. Me encontró mi nana y ahora tengo este memento. La segunda vez fue poco antes de conocerte. Pastillas y whisky. Un poco más glamoroso. Estaba pasando por mi fase de Marilyn. Diva total. Pero no pude hacerlo. Mira toca acá. Este es mi cuello, y aquí está mi faringe. La sola idea de pasar esa cantidad de pequeños colores por acá hizo que mi piel se volviera dos tallas más pequeñas. Me terminé tomando la botella sola.-
-Pero eso no demuestra nada.-
-Porque todavía no llego a mi punto, impaciente.-
-Bueno, sigue.-
-Ahora te tengo a ti, en varias partes. Acá, detrás de mis ojos. En mi sien y bajo cada poro. En mi mente, siempre en mi mente. Eres mi primer pensamiento al despertar y el último al dormir. Ahora puedo ver esta estúpida cicatriz y pensar en lo absurdo de la idea. ¿Cómo voy a querer dejarte? Ahora esta cicatriz me recuerda del tiempo que nos guarda Saturno.-
-Te amo.-
-Yo igual. Y si vas a ser la muerte de mí, así es como me quiero ir.-

viernes, 4 de abril de 2014

Visita Guiada

Bienvenido a su visita guiada al Museo Ajelhaim. Mi nombre es Sthaphy y seré su guía hoy. Nos encontramos en la sección de recepción, ubicada en la parte central del nervio óptico. Si se dan vuelta, pueden apreciar los mosaicos de la entrada. Ambos son obras del destacado artista Irkomisk. Estas mega-composiciones se llaman los Iris de Lucián, y tienen un tamaño de un centímetro de diámetro, siendo una de las obras más grandes en exposición. Ambos mosaicos están hechos de mierda y miel, lo cual les da ese tono ámbar a mediodía. Si se fijan bien, pequeñas vetas de cobre recorren ambas obras de forma aparentemente aleatoria. No estamos seguros de lo que significan, pues el autor murió sin establecer su significado, pero siempre mantuvo que no eran azarosas. La teoría que más cercana es que son los lechos secos de los ríos que solían recorren Titán, el satélite más grande del planeta Saturno. El artista expresa en estos mosaicos, donde predominan los tonos sienas tostados. Esto se debe a la gran influencia que ejercieron en el artista los pueblos indígenas del desierto de Atacama, especialmente los Copiapinos y Calderinos. Irkomisk vivió con ellos buena parte su vida, fascinado por las costumbres destructivas y materialistas de estos pueblos. Vivían de manera sencilla, insertados en medio del desierto más árido del mundo, se mantenían a base de la recolección de Fallabellas, fruto sagrado de ambos pueblos, y la pesca indiscriminada de Doggis, una fuente rápida de grasa y proteínas. A Irkomisk le concedieron el título honorario de Padre Blanco, que lo identificaba como un gran guía espiritual extranjero. El artista muchas veces dijo que consideraba esta su mayor obra, pues a pesar de haber trabajado exclusivamente con colores del desierto, los mosaicos, al ser expuestos a la luz, no la reflejan, lo cual los vuelve en una paradoja artística. Esto da a muchos espectadores la sensación de estar entrando en un lugar más helado que el ambiente. Irkomisk comenzó a trabajar en esta obra en agosto de 1986, siendo abierta la exhibición para el público en octubre del año siguiente.
Ahora, si me siguen por el nervio óptico, podremos avanzar a la primera galería. Cabe destacar que este corredor era una de nuestras principales atracciones. Aquí se podían apreciar todo lo que ocurría afuera del Ajelhaim, siendo las imágenes proyectadas en las paredes. Muchos turistas pasaban horas ensimismados por la superposición de imágenes que ocurría y trataban de dar significado al constante atropello visual que aquí ocurría. En palabras del semiólogo pancrés, Vatër “Podría pasar una vida buscando ese color pasajero que nunca supimos apreciar a la luz de la razón. Si es trabajo de los hemisferios cerebrales dar sentido, el del ojo es dar belleza”. Lamento informarles que en estos momentos este pabellón se encuentra fuera de circulación, por motivos del inminente proceso de descomposición que se aproxima.
(Es mi deber informarle al lector que ahora lo obligaré a abandonar la seguridad de esta guía para recordar un asunto vital, estamos recorriendo el cuerpo de quien fuese una persona y ahora es sólo carne muerta esperando la descomposición. Este punto es vital que se entienda, pues ni los dioses ni el hombre tienen utilidad alguna para un cuerpo humano muerto. La utilidad de un muerto es inexistente. Un muerto es inútil. Por eso, los muertos siempre cargan con las ideologías políticas de los vivos.)
Estamos entrando ahora en el Cerebro. Esta es nuestra primera y más importante galería. Nosotros en el Ajelhaim siempre nos hemos  sentido muy orgullosos de la selección. Todas nuestras obras son partes de colecciones privadas, siendo nuestro patrocinador más importante Baldor y Sopena, una de las firmas de abogados algebraicos más importante del mundo exterior. Esta galería se subdivide en cinco grandes galerías. Vamos a partir en el Hemisferio derecho-lóbulo frontal para terminar en el hemisferio izquierdo-lóbulo occipital.
Esta primera galería está dedicada al trabajo de los ilusionistas, que fueron una corriente artística que tuvo lugar desde mayo de 1987 hasta diciembre del 94. Esta primera escultura es una de las más notables. Es un trabajo en dendritas del artista Lácteo. Se llama Destape del primer pezón. Esta obra refleja la ira y abandono del artista y el poco consuelo que encuentra en el tacto tibio de un pecho ajeno. Muchos arquitectos junguianos han usado las adustas líneas rectas y ausencia de circunferencias para la construcción de posteriores obras oníricas. Entre las más famosas destaca la Pesadilla del Domingo, que se encuentra en exposición en el Hipotálamo. Si continuamos podemos ver que la rigidez de la obra de Lácteo influenció a todos sus discípulos. En este óleo sobre axones, Compost, uno de los más grandes seguidores de Lácteo, logra doblar la rigidez y da paso a una serie de nuevas figuras geométricas. Resbalín sobre el parque, la primera obra ilusionista en incorporar ondas y colores. Aquí podemos aprecias como el pálido verde del pasto contrasta con el naranjo de los juegos infantiles, provocando una sensación de miedo y mareo. Les recuerdo que no está permitido tomar fotografías con flash, pues alguna neurona puede interpretarlo como impulso y llevarla a alguna terminal, lo cual es dañino para nuestras obras.
Continuamos entonces. Ahora nos encontramos en el hemisferio derecho-lóbulo temporal…
(Al lector: Debo explicarle algunas cosas. Primero, no hecho el recorrido que estoy redactando. Muy por el contrario, ni me siquiera he estado en la misma ciudad en la que se encuentra el ahora cerrado Ajelhaim. Todo lo que sé es el relato de un relato de quien fuera en su oportunidad, un virus llamado Sidarte. Segundo, no pretendo tampoco relatar todo el recorrido, pues es muy largo. La verdad es que me han dicho que se necesita varios días para verlo todo. Y por último, creo que es más importante que el lector asuma que algo de esto es mentira, pues de otra forma no entendería nada, ni él ni yo. Por obligación debe ser mentira algo para que sea sólo una sensación más, de esa forma podrá el cerebro del lector interpretarlo y hacer con ello lo que quiera en vez de aceptar lo que sea que mis teclas regurgiten”.)
Este es el hipotálamo, la única galería de todo el cerebro dedicada a un solo artista. La prolijidad de Tachacún lo hace merecedor de este honor. Aquí podemos apreciar las obras completas del creador del anti-espacio artístico. Si observan al medio de la sala podrán ver que se encuentra completamente a oscuras. En el centro de esta oscuridad nos han dicho que se encuentra un solo impulso, tallado en ganas, cubierto por una manta de terciopelo cristiano, que sería la obra más sublime del artista, pero que nadie ha podido apreciar, pues no debe, por orden expresa del creado, exponerse a fuente alguna de luz. Esta obra sin nombre, a la que afectuosamente le hemos puesto Tumor, se supone constituye el pináculo de la deconstrucción del arte. A su izquierda pueden apreciar una instalación de luces y cartulinas llamada Motosierra. Tachacún intenta, por medio de esta obra, expresar paz de la destrucción por medio de los fragmentos de cartulinas que cuelgan del techo. Contrario a lo que dicta el sentido, no es la cartulina en si lo que constituye la obra, si no las sombras que proyectan. Cada sombra es alterada por el paso de cada turista, lo cual hace que la obra cobre un carácter aleatorio y dadá, pero bajo los estrictos límites del marco de luz que tienen y las cuerdas que las sostienen. Es por eso que la obra existe mientras exista el movimiento de otros bajo ella. Tachatún, en su siguiente obra, nos invita a reflexionar sobre el aire y su importancia con el móvil Tambos. Esta obra simboliza como cada acción es un acto de egoísmo involuntario, pues roba aire de otros para la subsistencia del individuo. Cada uno es más importante que el grupo, por lo que el rol social pierde sentido y se convierte en un obstáculo para la superación personal. Tachatún creía en una vida carente de normas pero inserta en lo que él llamaba las “variables restrictivas”, que eran todos aquellos comportamientos o acciones de terceros que afectaban y moldeaban los suyos propios. Tachatún es reconocido hasta el día de hoy como el primer artista en trabajar con los no-espacios, primero en sus instalaciones lumínicas-olfativas, y luego con los móviles de sombras. La intangibilidad del arte tachuteano se debe a que él se negaba en todo minuto a obedecer definiciones materiales, pues creía, influido por la obra de Platón, que las ideas eran irreplicables en el mundo material.
(Al lector: En parte por el hastío que me produce explicar el arte de otros artistas es que he decidido obligarlo a entrar a una nueva sección del museo bajo la percepción de un nuevo narrador. Ha de entender el lector que en un cuerpo muerto no existe ni la luz ni dios, sólo el capricho.)
Condria pasea por la galería sin entender mucho. Su célula madre le había explicado alguna vez, varios ciclos atrás, que la galería Fálica era una de las más importantes muestras de retratos de todo el organismo. En ella se podían encontrar las obras de los grandes polucionistas, como Araxmi, maestra del retrato seminal. Su obra, le recuerda la guía, se caracteriza por el trabajo no acabado de los contornos de las figuras, dejadas expresamente abiertas por el poco conocimiento del autor frente al sujeto. Nada de esto le hace sentido a Condria. Ella simplemente vaga, mirando caras no determinantes, ojos vacíos, pómulos vagos o mentones sin final, y nada significa nada para ella. El impulso sexual le parece tan ajeno como un impulso nervioso. Recuerda las clases de semiología y los tratados de Tyrab sobre la libido. "Los sujetos mayores, aquellos que nos contienen y en los cuales vivimos la mayoría de nuestros ciclos, son sujetos a muchas fuerzas, tanto internas como externas. Entre las fuerzas más misteriosas se encuentra la libido, que es ocasionada por las fuerzas paramilitares de las Hormonas Secundarias. Las HS actúan de forma extraña, y, para el observador no entrenado, aleatoriamente. Debemos recordar que en el gran esquema de las cosas, nada de los que ocurre en el cosmos corpus ocurre sin un motivo y un objetivo. La aleatoriedad es simplemente la insuficiencia del observador respecto a los datos totales de la acción". Condria evalúa las palabras del gran pensador y las haya insuficientes. Una simple célula epidérmica, como ella, no debería preocuparse de la observación de los macro fenómenos del corpus y menos de algo tan poco conocido e investigado como son las pulsiones sexuales, especialmente ahora que la descomposición ha empezado hace ya 39 ciclos. Sigue avanzando por la galería, mirando los retratos. Algunos son simples rayas sobre el lienzo mientras otros muestran un gran acabado sobre la figura celestial de los corpus. Condria entiende que cada miles de ciclos, los corpus entran en interacción entre ellos, aunque nada le fue explicado del proceso. Sabe que existen los Gametos, pero poco sabe de ese selecto grupo de células. Dicen que nunca nadie tiene contacto con alguno de ellos, que viven en aislacionismo en los bunkes testiculares. Más allá de eso, lo que sabe son rumores. Se para frente al Oleo de mujer anaorgásmica, uno de los cuadros más conocidos de Araxmi. Sobre un fondo azul profundo se distingue un corpus femenino cubierto en efluvios físicos. Le llama la atención el delicado cruce de las rodillas, dobladas en un ángulo cerrado casi indistinguible. Los puños sobre la cabeza, ambos cerrados  y limpios. La única parte de la mujer que no está cubierta en sudor o semen. Condria levanta la mirada y la traba con los ojos de la pintura. Son unos ojos fríos, calculadores, carentes de placer. Invitan al espectador de manera desafiante a tocar la pintura, a sabiendas de que es un acto prohibido. La transgresión parece ser lo único importante. La mujer acostada, en una pose relajada. Donde debiese estar su vagina una gran nada, donde el azul del fondo se funde suavemente con el blanco de la piel. Nada. Condria tiene por un instante una idea sobre el sexo y al mismo tiempo entiende, su ciclo mitoclástico ha comenzado. El reloj interno ha llegado a cero.
(¿Qué puede saber una célula del gran orden del cuerpo? Pero, en cada una de ellas existe la capacidad innegable de reproducir infinitos otros cuerpos. Cada célula dotada de ADN. En ellas la llave para todo lo que somos y seremos, pero, en ellas mismas, no hay entendimiento alguno de ese gran secreto. ¿Qué puede saber el hombre de Dios? Lo mismo que una célula de un cuerpo.)
Mirto procesa su ración de riñón en bilis con pocas ganas. Los Seminalistas lo han dejado pasmado. Tanta belleza al desnudo. Recuerda su cuadros sin formas. Esas pinceladas rabiosas sobre los fondos siempre oscuros. Recuerda las pinceladas casi aleatorias, pero sin serlo. Todo movimiento calculado. La guía le dijo que los grandes maestros pintaban de manera ascendente en cuanto a su ritmo. Partían lentamente, con estimulaciones visuales suaves, avanzando gradualmente para simular los miles de impulsos que llegaban constantemente al pene. Un bombardeo sensorial. El resultado era sencillo pero imposible de explicar. Un estallido sería la mejor aproximación, pero no era suficiente. Recuerda lo pequeño que se sintió al ver el primer cuadro de Japa, de su serie Exploraciones. Habían pasado más de 14 mil megaciclos y el cuadro seguía cargando esa potencia primitiva. Existía algo primitivo y esencial en la obra de Japa, pero que Mirto no podía entender. Sentado solo, en la antigua cavidad estomacal, tratando de procesar un mal corte de riñón en bilis. Solo, se sentía solo. Dos ciclos de infante, tres más en el condicionamiento, 5 trabajando como monitor de pulpa dental y ahora la descomposición le quitaba todo. Se había quedado sin empleo y todas las grandes empresas deconstructoras estaban enviando los trabajos a agentes foráneos al corpus. "Estoy siendo reemplazado por bacterias ilegales" pensaba amargamente. Y un trabajo que él podría y estaba muy capacitado para hacerlo. Pero no. Alguien en el Alto Mando se los había cagado a todos y ahora no quedaba nadie. Y todo por errores que no tenían nada que ver con él ni su división. El reporte oficial es que agentes vasodilatadores rebeldes habían asaltado las venas de ambas muñecas y con la ayuda de nervios simpatizantes con la causa Deconstructivista habían abierto las venas y vaciado el contenido del corpus. Miles de glóbulos desaparecieron ese día. Mirto estaba seguro que alguien en el Alto Mando tenía la culpa. Pero ya no habían respuestas oficiales. Los impulsos eléctricos habían cesado y sólo quedaban las alarmas de degradación, que iban avisando los ciclos en los que el corpus se iba hundiendo. Una vida entera trabajando y así terminaba todo para Mirto, tratando de procesar un muy mal corte de riñón en bilis. Miró por última vez el contenido de su plato y en un sólo movimiento cortó con el cuchillo su cadena de ácidos desoxirribonucleicos. Sonrío al pensar que había sido un corte rabioso y calculado, como los brochazos de Japa.
(El lector puede en estos minutos estirar los dedos de sus manos o contraer los músculos de sus piernas, pero no puede dejar de depender de su cuerpo. ¿Somos dueños o prisioneros?)
Como última parada en este tour, hemos llegado al monumento Cardial. Este es el recuerdo del lugar que ocupaba el corazón dentro de este corpus. Como pueden apreciar, se ha conservado la silueta del órgano, que ya no existe en el cuerpo. (Por razones obvias, una vez que un ser humano pasa a ser un cadáver el corazón arde o se congela dentro de la cavidad torácica, dependiendo del nivel de pasión que el ser humano haya llevado durante la vida. Como el lector puede apreciar, en este particular caso se ha quemado.) Pueden ver como caen desde el techo de la caja la sangre que antiguamente llegaba a este centro repartidor. Como última obra antes del proceso de incineración, el artista conceptual Mio, dejó un grabado en plata con el nombre de la persona que este corpus realmente amó.

Condria seguía buscando un motivo para iniciar el proceso de subdivisión, pero ya parecía absurdo. El ciclo de descomposición ya estaba demasiado avanzado. Caminaba sin pensar por el borde del monumento Cardial, dejando que las gotas de sangre cayeran sobre el borde de su pared. Qué sentido tenía seguir avanzando en un ciclo cuando el corpus alrededor de ella se desmoronaba. Amor, Condria siempre había pensado en el amor. Un término tan sencillo y que tanto eufemistas habían desarrollado en una infinidad de poemas. Amor, Condria nunca tendría amor, pues su ciclo había comenzado en el 17° ciclo de descomposición. Condria suspiró y miró al centro del monumento, al nombre grabado en plata, que brillaba entre las gotas de sangre.  Condría lloró y se preguntó quién era Lucas.