martes, 21 de octubre de 2014

Amores de tres hielos

 -Yo nunca nunca- dice Julián, observando al resto de la mesa. “Típicos maricones pop” piensa. Imposta una sonrisa y fuma. –Yo nunca nunca me he tirado a Rodrigo – De los seis vasos, sólo uno se levanta. Rodrigo está rojo y mira fijamente a Julián, mientras su pololo toma con una sonrisa bobalicona. Julián fija la mirada en el enemigo y en un movimiento irreflexivo levanta el vaso y toma dos largos tragos. Las risas y conversaciones cesan. Francisco, el pololo de Rodrigo, le aprieta fuerte la mano. – No se han perdido de gran cosa – dice Julián sonriendo – Aparte, Panchito, esto fue a principios de febrero. Espera ¿cuándo me dijiste que se pusieron a pololear?-
El celular interrumpe la música en el auto. – Juli ¿qué pasa? –
- Bianca, necesito que me pases a buscar –
- Pensé que estabas en esa previa cola-
- Me echaron-
-¿Qué hiciste?-
-Me tiré al dueño de casa-
-Puto-
-Fue en verano-
-Y asumo que el pololo estaba…-
-¿Me pasas a buscar o no?-
- Espérame afuera de Chucre-
-Apúrate-
Un ratón pasó corriendo entre sus pies mientras caminaba por el parque. Por un segundo, pensó en perseguirlo. En guiarlo hasta la calle y verlo tratar de de evitar los autos para llegar a la orilla del río. Soltó una carcajada que resonó hueca entre los árboles.
- Vamos a la casa del Fran –
-Odio a ese tipo-
-Te aguantas. Tú eres el que anda mendigando carretes, no yo-
Julián miró a su amiga y volvió a fijar la vista en las luces de la ciudad, que se fugaban a su paso. Odiaba no poder fumar en ese auto. “Regla de mierda”.
-¿Qué estás tomando?-
-Agua del diablo-
-¿Qué es eso?- Julián odió el tono de fingida candidez.
-Absolut Apeach, absenta y Monster-
-Qué fuerte-
-¿Quieres uno?- Julián se comenzaba a exasperar.
-Es que a lo mejor es muy fuerte-
-Como el amor de madre ¿Sí o no?-
- Bueno. Me llamo Daniela, pero todos me dicen Nina-
- Toma. Yo me aburro. Nos vemos-
-Espera, no me dijiste tu nombre-
Julián se dio vuelta con su sonrisa más maquinal. –Estoy seguro que una belleza como tú no va a tardar en descubrirlo-
Bianca estaba sentada en las rodillas de un tipo que llevaba una camisa una talla más grande de la que debería. “Probablemente para que no se le note la guata”, pensó Julián.
-¡Juli!-
-Me aburro-
-Pero si hay varias colas-
-No estoy con ganas de andar arrastrando fuera del closet a nadie-
-¿Y tu pololo?-
-Está en su casa, como el niño bueno que es-
-Recuérdame por qué sigues con él-
-Es octubre y tiene una casa en Puerto Varas que da al lago-
-Que no digan que el amor está muerto-
-¿Compraste?-
-Tengo siete-
-Dame tres-
-Ten cuidado-
-No son todos para mí-
-¿Para quién entonces?-
- No lo sé. Si estoy confinado a esta casa elitista en la frontera con la nada al menos quiero poder matar el tiempo con gracia-
-Aquí hay cuatro-
-Te amo mi querida prostituamiga-
-Cállate, idiota. Y ándate, mira que al weón se le va a bajar- Se alejó sonriendo y volvió a sentarse sobre el tipo de camisa ancha, mientras que en su espalda, sus manos hacían los gestos de un dos y un tres. Julián no pudo evitar reír.
Deambulaba por la casa como una sombra. Nina y sus amigas lo miraban con expresiones curiosas. “Deben de haberse enterado de nuestra afición en común”. Buscó una salida al patio y se sentó al borde de la piscina. Desde el otro lado, un tipo lo mira de reojo. Julián levanta el vaso a manera de saludo silencioso. La música llega como un rumor constante.
-¿Viniste por voluntad propia o alguna amiga te arrastró?- preguntó Julián, tratando de conseguir su atención.
-Soy el primo de Fran. Nina fue la que me sacó de la pieza. Vivo en la otra cuadra-
-¿Nina es tu amiga?-
-Hermana menor-
Estaba recostado en la tumbona, con el pie izquierdo firmemente plantado en el suelo. A su lado, un vaso vacío boca abajo.
-¿No tomas?-
-No quiero pararme-
-Te puedo hacer algo. Igual tengo que volver a buscarme uno-
-¿Vodka?-
-Algo así. Agua del diablo-
-Trae todo y lo hacemos acá-
-¿Y crees que voy a hacerte caso?-
- No, pero lo harás igual. Sabes que es una buena idea-
Julián volvió a la casa no muy seguro de porqué había seguido esa instrucción. Tenía razón, era una buena idea. Buscó a Bianca y la encontró bailando sobre la mesa de centro. Su vestido blanco daba vueltas como humo alrededor de su cuerpo y su pelo negro caía alternado sobre sus hombros desnudos, siguiendo el oscilar de sus caderas. Tenía la atención de todos los hombres de la fiesta, mientras, el grupo de mujeres la miraba fijamente.
She's in it just to win it
Don't trust her for a minute
It's a like cheap thriller
She's such a ladykiller
Tenía que reconocer la maestría de su amiga. No era fácil concentrar todo el deseo y el odio de una veintena de personas y moverse con gracia en ese mar de sensaciones. Había cierta elegancia en la manera en que lograba despertar y sublimar impulsos y emociones. Julián tomo las dos botellas, tres latas de energética y volvió sobre sus pasos.
-¿Dónde vas?- Nina de nuevo.
-Afuera, a la piscina- respondió, mientras pasaba a su lado.
-¿Solo?-
-No, está tu hermano- dijo sin mirarla, y no pudo evitar sonreír.
-¿Cómo te llamas?- preguntó Julián.
-Da lo mismo eso ¿De qué te sirve saberlo?-
-A mi me dicen Juli-
-Qué argentino-
-Me gusta porque desafía los géneros. Haga lo que haga, cuando cuenten la historia, el oyente nunca va a estar seguro si el protagonista era hombre o mujer-
-Que buena idea- dijo, sonriendo.
-Entonces ¿Cómo puedo llamarte?-
-Pi-
-¿Pi?-
-Sí, como el número-
-Y eso ¿por qué?-
-Quiero pensar que soy imposible de recordar y olvidar al mismo tiempo-
-Me gusta-
Julián preparó los tragos en silencio, aunque tuvo que volver a la casa a buscar hielo. “Descuidado y tonto” se dijo. Pi seguía en la tumbona, con la capucha de su polerón rosado arrugada sobre el hombro izquierdo. “No es rico. A lo más es bonito, pero es atrayente, le concedo eso”. Con la mirada buscó a Nina. “Puede que la cabra chica tenga una utilidad después de todo”. La tomó por la cintura y le susurró al oído.
Pi lo vio aparecer al cabo de un rato. “Dos cigarros se demoró”. Hizo una nota mental de los pitillos y las zapatillas anchas que llevaba, así como del cortaviento multicolor. Prendió un cigarro al tiempo en que Julián se sentaba en la tumbona a su derecha.
-Buen trago-
-Agua del diablo-
-Merecedor del nombre-
-No es bueno dejar las palabras al azar-
Se quedaron en silencio mirando el cielo. Sentían la música, las voces y las risas llegar de lejos, apagadas por el constante murmullo de la bomba de la piscina.
-Puedo poner música si quieres- dijo Pi.
-Dale-
-¿Qué te gustaría escuchar?-
-Lo que sea-
-Vamos, dime una banda-
-Marina and the Diamonds-
-Gay-
-Preferimos el término “vagina impedidos”-
A pesar de las burlas, la voz de Marina surgió de los parlantes.
-Dice algo de ti que la tuvieras en tu Ipod, no crees-
-Tal vez dice que muchos vagina impedidos me piden que la ponga. O que me gustan las canciones suicidas con ritmo electro hipster ¿Qué tiene este trago?-
-Agua del diablo, no trago. Y lleva absenta, vodka de durazno y energética- respondió Julián –Ahora, dime algo de ti, Pi Bravo-
-¿Cómo sabes mi apellido?-
-Tu hermana quiere que me la tire-
-Tan puta la pendeja-
-Entonces…-
-Me gustan las motos-
-Aburrido-
-Para mí no-
Julián entornó los ojos y sacó dos pequeños paquetitos de papel de su bolsillo. -¿Quieres?
-¿Qué es?-
-Molly-
-…-
-MDMA. Te va a gustar-
-Nunca lo he probado-
-No te preocupes- dice con una sonrisa. Pi se da cuenta que cuando lo hace, se muerde ligeramente el labio inferior. –Molly es siempre tierna con los vírgenes-
Le pasó el paquetito, que se dio cuenta que era un pequeño envoltorio de papel confort, apenas más grande que una moneda.
-Puedes tragártelo o echarlo en el trago. Yo prefiero lo segundo. Es muy amargo-
Se sentaron frente a frente y esparcieron el contenido dentro de los vasos y revolvieron con los dedos. –Al seco- dice Julián, levantando el vaso. Al terminar, sirve otros dos tragos. –Te va a pillar en un rato-  le dice, mirándolo fijo a los ojos. Pi le sostiene la mirada, y eso hace que se sienta extraño, empequeñecido de alguna forma, pero lo vuelve incómodo. Volvieron a acostarse mirando el cielo. –Ahora, dime algo de ti- Insistió Julián.
-No quiero entrar. No podría estar entre toda esa gente-
-¿Por qué?-
-Porque dos semanas atrás terminé con mi polola. Todas sus amigas, y hasta tal vez ella, están adentro, y no quiero lidiar con ellas-
-Asumo que te patearon-
-Sí-
-¿Por?-
-Me pilló tirándome a su mejor amigo-
-Qué raro un bi tan lejos de Ñuñoa-
-Es por temporadas. No veo el motivo por el cual sólo una parte de la población esté a mi disposición ¿Y tú?-
-Ya te dije que no me gustan los mariscos-
Pi se rió fuerte. –Me refería si estás soltero-
-No- respondió sin pensar, y se preguntó que había motivado ese arranque de honestidad. – Pero no creo que dure mucho más-
-¿Por?-
-Me gusta más su casa en Puerto Varas que él- Sacó su celular del bolsillo y se lo tiró. – Toma. Llámalo y dile que terminamos.-
-¿Seguro?-
-Sí. Será una genial historia. El código es 2045-
Pi miró el celular en sus manos y dudó un instante. Lo desbloqueó y buscó el último número marcado, como le había dicho Julián. Apretó para marcar y se llevó el celular a la oreja.
Julián observaba atento los movimientos de Pi. Tenía una forma extraña de sostener y manipular el teléfono, como si sus dedos no estuvieran seguros de su fuerza y temiesen romper el aparato. Sólo podía escuchar la parte de Pi de la conversación, pero se entretenía tratando de predecir las respuestas que iba a dar Daniel. Lindo, pobre y tonto Daniel, siempre tan inocente. “Tengo que dejar de agarrarme a minos weones” pensó Julián.
-¿Aló? ¿Hablo con  Daniel?-
-Disculpe que lo molestemos a esta hora, pero estamos llamando desde la Clínica Alemana. Este era el último número marcado-
-No, cálmese, no ha pasado nada grave. Lo trajeron inconsciente. Una sobredosis. Le hicimos un lavado de estómago y…-
No pudo terminar y se largó a reír.
-No, soy alguien más. No tiene nada que ver con la clínica. No, Julián está bien. Está acostado al lado mío ahora. Lo que te tenías guardado, ah. Como sea, me pide que te diga que yo tiro mejor y por eso terminaron. Gracias por tu paciencia.-
Pi colgó el teléfono y lo tiró de vuelta. Julián no paraba de reír, y pensó que verlo así era nuevo. Ya no era una sonrisa simple, esto era de verdad. Pensó que cuando se reía adquiría un aire infantil, como si un niño tomara posesión de sus rasgos. Pi se encontró riendo con él, sólo para que no terminara el momento.
-Bien jugado- logró decir Julián luego de un rato. Lo miró ladeando la cabeza sobre su hombro derecho. –Ahora me vas a decir tu nombre-
-¿Eso es una pregunta o una orden?-
-Un poco de ambas-
-No aún-
-Puedo averiguarlo fácil, sabes. Tu hermana ya me agregó a Facebook-
-Podrías, pero no eso no sería una buena historia-
Se quedaron en silencio, mirando el cielo y tratando de sentir la respiración del otro por sobre la música y las risas y la bulla de la bomba de la piscina. Inconscientemente, trataban de sincronizar sus cuerpos.
-¿Cuánto falta?- Preguntó Pi. La ansiedad se colaba por su voz.
-No te preocupes por eso. Juguemos un juego, mejor. Cada uno debe decir algo y el otro dice si es verdad o mentira. El que se equivoca, toma-
-Dale. Parte tú-
-Soy virgen-
-Toma. Nunca he ido a Buenos Aires-
-Toma-
-No, es verdad- Julián tomó el segundo trago.
-Los vehículos motorizados me dan pánico-
-Toma-
-Es verdad. Ni siquiera tengo licencia- Pi lo miró sorprendido. Julián se había sentado y ahora lo miraba fijamente. Pi lo imitó y quedaron frente a frente.
-Dale, es tu turno- dijo Julián.
Pi no sabía que decir. No tenía nada en la cabeza. Sentía la mirada fija y no podía concentrarse. –Estás esperando que alguien te salve de la vida de Juli-
Julián sintió un pequeño escalofrío recorrerle la columna. –Tomamos los dos- dijo, levantando el vaso. –Puedo recitar los primero 15 números de pi-
-Mentira-
- 3.141592653589793- Julián sonreía arrogante. Asomó rápidamente la punta de la lengua entre los dientes.
En ese instante, Pi fue consciente de todo su cuerpo. Sentía como con cada latido la sangre salía expulsada por su cuerpo, recorriendo los músculos que se flexionaban y relajaban permitiendo la expansión y contracción de la caja torácica. Fue consciente de la luz que le llegaba a Julián, que iluminaba ligeramente más su lado derecho, revelando que su sonrisa estaba ligeramente torcida hacia la izquierda; o que sus ojos eran de un ámbar muy ligero con vetas verdes, y pensó que ese debía ser el color de la fuerza vital. Pi sintió su pulso acelerarse y desechó todas las palabras que se le vinieron a la mente. Ninguna le parecía útil.
-Siente eso. Es Molly- dijo Julián, incorporándose. –Disfruta- le dijo cuando pasaba a su lado. Pi sintió como le rozaba la mejilla con el dorso de la mano y como de ese toque surgían ondas que recorrían todo su cuerpo. Lo siguió con la mirada. Mientras caminaba a la piscina, Julián se iba sacando la ropa. Lo vio llegar al borde sólo en bóxers.
-Molly es una droga acuática. Ven, vuelve al principio. Vuelve al útero. Ven- le dijo, antes de desaparecer bajo el agua.
Desprenderse de la ropa fue como ir perdiendo capas de piel innecesarias “¿Cuál es su uso? Estorban” pensó. Llegó al borde de la piscina y vio a Julián sentado en el fondo. Sus cabellos flotando inertes y una burbuja surgiendo de su boca. Se lanzó a buscarlo. Cada terminación nerviosa se desprendió, alargándose por el agua. Cada átomo recibía los impulsos eléctricos y lo rodeaban, acariciándolo, buscando cada recodo para llenarlo de ondas. Se deshacía en el agua y volvía a ser él. Era  cada célula que vibraba de vida, y así llegó frente a Julián, que seguía inmóvil, con los ojos abiertos. Sintió el desplazamiento de agua que sus músculos producían. Sintió sus manos tomarlo por las axilas y la fuerza de sus piernas, luego el reventar de la superficie, el volver salir al aire.
-Bienvenido al mundo. Ahora respira. Toma aire por primera vez- Julián sonreía y no lo soltaba. Sintió el roce fugaz de sus labios en los suyos y luego la fuerza con la que se desprendió, tirándolo hacia atrás. Cerró los ojos y lo sentía dando vueltas alrededor suyo, moviendo el agua frente a sus brazos y sus piernas, reemplazando el tacto. Sentía los latidos de su corazón, ahogando todos los otros ruidos. Era un golpe constante que entraba por sus costillas y aceleraba su pulso. Sentía las respiraciones ir y venir. Lo sintió tras de él. Julián soplaba tras sus orejas. Trataba de atraparlo pero no podía. En algún momento de la noche, Julián se había convertido en mercurio. En cambio, sentía sus músculos lentos, reaccionando torpes frente a la gracia de su presa. Era un elefante tratando de atrapar a un una serpiente.
-Marco- gritó Julián.
-Polo- respondió
-Marco-
-Polo- volvió a gritar antes de sumergirse. “Vuelve” le había dicho. Había vuelto. Se impulsó y salió frente a él.
-Marco- volvió a decir Julián, perfectamente consciente de tenerlo a centímetros.
-Polo- susurró, y lo besó.
Sintió los músculos tensarse. El hombro en el que había apoyado su mano se contrajo hasta volverse impenetrable. Miles de impulsos nerviosos pasaron de un cuerpo a otro, acercándolos. Se dio cuenta del calor que desprendían y de las ligeras ondas que emanaban de ellos, producto de sus latidos. La sangre fluye cada vez más rápida. Sintió su espalda chocar con el muro, pero no el movimiento que los había llevado hasta allá. Su mano se enredaba en su pelo, sirviendo de puente entre las gotas que saltaban de las puntas, bajando por sus dedos, para volver a la fuente. “Vuelve”. Sentía su voz alojada en la mente. Habían vuelto, al agua, al útero, a ser seres unicelulares a punto de separarse para crear dos iguales. Sintió la suave mordedura en su labio inferior y ese pequeño dolor recorrer todos sus nervios e inundar sus neuronas. Ese pequeño dolor que anunciaba la pequeña muerte del fin del primer beso. Julián pegó su frente a la de él y abrió los ojos. “Ojos de agua. No quiero que el frío me queme, pero moriré si no bebo de ellos”. Pi seguía sin palabras, demasiado consciente de la fuera que ejercían sus brazos para retener su cuerpo, para mantenerlo pegado al suyo. No podía dar la orden de relajarse, de soltarlo.
-¡Pablo!- resonó el grito sobre ellos, volviendo con eso los ruidos de la fiesta. Julián levantó la cabeza para ver a Nina parada en el borde de la piscina, a pocos metros de ellos. “Pensaba que esta ficha ya estaba gastada” pensó. Ella tenía los puños cerrados con tal fuerza que las uñas marcaban pequeñas líneas blancas sobre la piel. Tenía la boca abierta pero sin fuerzas para decir algo más. Lo que fuera a decir se atoró en su garganta y lo único que salió fue una clase de gruñido agudo. Pablo se dio vuelta justo para ver a su hermana correr a la casa. Trató de salir de la piscina pero la mano de Julián lo detuvo. - ¿Qué pretendes hacer? ¿Qué ganas con entrar ahora?- Lo apartó de un empujón y salió en un movimiento.
-Pablo, espera-
-¿Qué?-
-Si te calmas, podemos lidiar con esto juntos-
-No, yo me voy a mi casa-
-No. Vamos a entrar. Vamos a jugar las últimas cartas que nos quedan. Si te vas, no se puede controlar la historia-
-¡Esta no es otra de tus putas historias! Ya no estamos en el mundo de Juli. Mi hermana, que tú mismo dijiste que te tenía ganas, nos acaba de ver agarrando. Y adentro están todas las amigas…-
-Y por eso mismo vas a entrar. Al menos yo lo voy a hacer- Y empezó a caminar a la casa.
-Para ¿No se te olvida algo?-
-De veras- Y volviéndose lo tomó fuerte de la mano.
-No me refiero a esto. Estamos en boxers-
-¡Lindo! Mira, no paso 10 horas a la semana en un gimnasio como para usar ropa en octubre. Y tú no te ves nada mal así-
Y entrelazando sus dedos, lo arrastró a la casa.
Nada más cruzar el umbral fueron interceptados por una veintena de ojos acusadores. Pablo tuvo un retorcijón en estómago, pero Julián no parecía darse cuenta.
-¡Bianca!- Su amiga llegó corriendo, riendo.
-Cambiaste el dress code, darling- era pálida, de pelo negro; lo llevaba largo hasta los hombros y tenía rapado un costado de la cabeza.
-Nadie puede estar hasta las tres de la mañana con la misma ropa- dijo secamente.
-Te adoro- le dijo mientras se sacaba el vestido blanco.
-Pon algo bueno para bailar. Hay que darles un show-
Bianca no pudo evitar reír. “Hace dos minutos estaba consolando a la pendeja esa por este par de maricones, y ahora míralos. Juli, si no fuera tan fleto sería el mino ideal. No, la verdad es que no. Lo cola es lo que lo hace tan entretenido” pensaba mientras elegía una canción. Algo de Britney. Work Bitch vs Toxic. Ella había hecho ese mash hace algunos meses. Encontró a Francisco y lo llevó al centro del living, donde Juli ya estaba bailando sobre la mesa de centro. Le había sacado su chaqueta de cuero, que le llegaba hasta las costillas. “Me cagó la chaqueta el weón” pensó al tiempo que le abría de golpe la camisa al dueño de casa.
Julián se divertía con las miradas nubladas de las amigas de Nina, que se debatían entre la compasión por su amiga o animar su improvisado baile erótico. “Hay que forzar a los jugadores”. Tomó del brazo a una de las niñas y la subió sin esfuerzo dejándola sentada en sus muslos. Eso bastó para desatar el ánimo de las mujeres de la sala.
A Pablo le bastó ver unos minutos de baile para darse cuenta de que era una rutina. Que ambos amigos estaban preparados para atraer la mayor cantidad de miradas posibles. La idea lo hizo sentir un alfiler rojo atravesarle la nuca. Rabia. Seguramente él también había sido parte del show. “Necesito un cigarro” y salió de la casa.
Julián no se percató de su ausencia por casi veinte minutos.
Veinte minutos en los cuales Pablo se fumó cuatro cigarros, tomó dos vasos de vodka y energética y cinco cortos de absenta. Veinte minutos al cabo de los cuales Julián lo encontraría vomitando en un macetero al fondo del jardín.
-Espero que estés contento- le dijo Pablo. Tenía los ojos llorosos y las manos embarradas.
-Soy un hombre relativamente satisfecho, sí-
-Hiciste un show sobre nosotros-
-No, hice un show yo-
-Mañana todos van a estar hablando que me agarré a un fleto…-
-No, mañana todos van a estar hablando de que Bianca está bailando topless, o de que yo agarré a una de las amigas de tu hermana, la levanté con una mano y la dejé caer arriba de mi pico. O que a otra la puse en cuatro en el sillón para puntearla. Aparte ¿qué mierda te importa lo que digan mañana? No son tus amigos, no son tus compañeros de trabajo ni tus jefes. Ni siquiera están a tu nivel. Estamos por sobre esas cosas- le respondió casi gritando.
-¡Entonces lo nuestro fue un show! ¡Fue un acto preparado, practicado y ejecutado a la perfección!-
-No hay un nosotros. Somos aquí y ahora, nada más-
-Me quedó muy claro. Te felicito, ahora tienes tu gran historia-
Pablo volvió a la tumbona, a buscar sus cosas.
Julián estaba seguro que no se había equivocado de palabras, que esas eran las que tenía que haber dicho, y, aun así, se sentía mal. Volvió a entrar a la casa.
-Creo que la cagué- dijo, mientras tomaba pequeños sorbos de una botella de vodka.
-Obvio que sí, Juli- Estaban sentados en el pasto, lejos de la piscina. Desde ahí podían ver a Pablo acostado en la tumbona a medio vestir. “Debe de haber apagado tele” había dicho Bianca.
-Era la forma en que se miraban. Incluso bailando medio en pelota una se da cuenta de esas cosas ¿Por qué crees que cuando entraron de la mano la pendeja odiosa de la Nina no webió más? Las mujeres nos damos cuenta de esas cosas-
-El culiao me hizo perder la casa de Puerto Varas-
-¿Eso es todo lo que tienes que decir?-
-Sí- mintió.
Julián se acercó lentamente hasta donde estaba Pablo. Tomó sus pantalones y sacó su celular. Pablo mantuvo los ojos cerrados y no se movió. Julián caminó hasta el equipo de música. –Supongo que no te molesta que ponga música, total ya estás inconsciente. Tu hermana y sus amigas se fueron, para que sepas. Ella me dijo que estaba todo bien. No sonaba como si estuviera mintiendo. Como sea- Se sentó mirando la espalda de Pablo. –sé que no puedes escucharme y me da lo mismo, pero espero que sepas que con Bianca podemos coordinar muchas cosas. Podemos armar un espectáculo para alarmar y escandalizar a todo Santiago si queremos, pero lo que sentiste, lo que sentimos, eso no lo puedo ensayar. Me gusta esta canción, se llama Shim el Yasmine. Es de Mashrou’ Leila, un grupo de rock palestino. Supongo que no sabes árabe. Mi abuelo me enseño algo cuando chico. Es la canción que le escribió el vocalista a su ex novio. Parte diciendo huele el jazmín y recuerda recordarme y termina diciendo huele el jazmín y recuerda olvidarme. Creo que es apropiada para alguien que se llama Pi. No voy a decir que lo siento, porque lo que hice fue mi muy desviado intento de defensa. Y mierda, sí, hay un nosotros, pero no puedo decir esas cosas. No quiero enfrentar esas cosas. Espero que mañana no tengas mucha caña-
Cuando se iba incorporando a buscar su polera, sintió que lo agarraban de la muñeca. –Eres un imbécil ¿te lo habían dicho?-
-Un par de veces-
-Quédate conmigo-
-¿Y lo que digan mañana?-
-Mañana van a hablar de Pi y Juli. Déjame el amanecer con Julián-
-¿Aquí?-
-En la hamaca-
-¿No te va a dar frío?-
-No paso diez horas en un gimnasio para usar ropa en octubre-
Esa noche pudo cerrar los ojos tranquilo, sintiendo sólo un látido solapado al suyo.